viernes, 27 de abril de 2012

Cajeras sin bachillerato

El H&M de mi ciudad es perfecto. 4 plantas llenas de ropa, su sección de lencería, sus stands de todo a 5€ (maravillosos) y sus cajeras que me la traen floja. Además de tener que contratar a Indiana Jones para encontrar a una guapa, tienes que llamar a Rappel para que te diga si en algún futuro no muy lejano entrará alguna que tenga dos dedos de frente. Ayer estuve por allí. El día hubiera terminado genial de no ser porque, a plena hora punta, con el Corte Inglés abarrotado, me dió por entrar, y, ¿adivináis qué? Sonó la alarma. Sí. Esa que suena cuando una gitana roba un perfume o cuando el choro de tu barrio se cuela a robar unas medias. ¡¡UNAS MEDIAS!! ¿Qué sentido tiene? El mismo que una aceituna vestida de gitana bailando funky a la salida de un yate noruego. Bueno, el caso es que después de que me miraran 3 gordas con cara de superioridad y la mujer me pidiera la bolsa, descubrí que la cajera del H&M me había dejado la alarma de mi camiseta puesta. Y no, no la invisible que suena cuando te la has puesto varias veces, no. Me dejó la prueba más evidente de que era tonta y en su casa no lo sabían. Me dejó una bonita estampa en el hombro de mi camiseta de 5 euros.


No te deseo mal, cajera, pero ojalá que Falete se confunda y utilice tu toalla del pelo como papel higiénico. En serio, yo era feliz, pero esa cajera del demonio tuvo que destrozar mi día.

¿Cuál fue mi respuesta? Ninguna. Hasta el día siguiente. Decidí ir a la tienda en bus, que esa es otra, creo que H&M y los autobuses tienen un consenso, para que lo que te ahorras en camisetas, te lo gastes en viajes insufribles. Cuando entré, lo primero que hice fue soltar un ''¡¡CAJERA DEL DEMONIO!! ¡¡ME VAS A QUITAR LA ALARMA CON EL COÑO!!'' mientras el viento soplaba muy fuerte, las alarmas de la puerta se disparaban y yo corría esquivando a los guardas hasta llegar a la cajera que me esperaba con cierta cara de miedo y mientras le daba con la caja en los dientes.

Es broma. Lo que pasó fue esto:
- Hola, mire, que ayer estuve aquí comprando y no me quitaron el cachibache este de la alarma.
- Ah, sí, no hay problema. ¿Tienes ahí el ticket?
- Sí, toma.
- ... Bien, ahí lo tienes. Y perdona, ¿eh? A ver, ¡decidle a la Soraya que le quite la alarma a la ropa!
Y ya está. ¿Y ya está? Pero, ¿que castigo es ese? Ni siquiera conocí (por segunda vez) a la cajera que me había hecho el día imposible. Ni siquiera me dieron el cachibache de recuerdo, ni una camiseta con ''una cajera que me odia mucho me dejó puesta la alarma en una camiseta como ésta''. Sinceramente, me esperaba mucho más de una empresa tan internacional  y que cada cierto tiempo mete trapos en tinte de colores y dice que los ha hecho Versace. 

Y sobre las cajeras, bueno. Grado medio de peluquería.
Señoría, no hay más preguntas.



Por cierto, Soraya, Rappel me ha dicho que ha visto tu tumba en un futuro no muy lejano.

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