domingo, 11 de marzo de 2012

Señoras de aparente edad en la parada del autobús cansadas de la vida de barrio pero deseosas de llegar a casa para ver la telenovela

Hoy he estado en uno de los barrios más conflictivos de Sevilla. No voy a decir cual es porque no quiere desvelar su identidad, aunque el ayuntamiento considera conflictivo cualquier lugar en el que haya hileras de bragas en la fachada de un edificio, porque sino, no me lo explico. Total que tuve que ir y eso bla bla bla nada más. Todos los barrios de Sevilla son diferentes: diferentes culturas, diferentes personas, diferente arquitectura, pero todos tienen 3 cosas en común: los carriles-bici que acaban en la nada, las mierdas de perro al lado de papeleras y las abuelas hablando de sus nietos / cocidos / miraelmoñoquemehahecholaniñaésta / quecalóhaseestoyasfisiáysamarreoelabanicocontramipecho.
Las citadas señoras, se sientan media hora diaria en una parada de autobús. Nadie sabe de dónde vienen, nadie sabe a dónde van. Pero ahí están, incordiando.
SEÑORA 1: (llega y se sienta) Ay, por dios, que calor hace. No quiero saber cuando llegue el verano, yo es que no salgo de mi casa. (Puesto que estaba sola y hablando, por no dudar de su estado mental, la miré. Sonreí).
SEÑORA 2: Ay, por dios que calor. (Se sienta también). ¿Ha pasado ya el 13?
SEÑORA 1: Que va, llevo aquí media hora y nada. (Un momento. O el espacio-tiempo se curva en una parada de autobús, o es que mi móvil no va bien, porque llevaba sentada 5 MINUTOS DE RELOJ.)
SEÑORA 2: Estos del ''Trusán'' desde luego que no tienen perdón. ¡Pues no que el otro día el hombre no me quiso abrir la puerta! Que se me había escapado de la parada y se había parado en el ''sefófaro'' (LO JURO QUE LO DIJO) y no me quiso abrir el pachón.
Me sentía en un campo gravitatorio originado por el esas pelucas. Una más rubia que morena y otra color morado/verde/marrón/tuttifrutti, que deberían quitarle el diploma a esa peluquera. Nada más que imaginarme a esas señoras correr detrás del bus con esa peluca encima, me miccionaba un poquito.
SEÑORA 2 OTRA VEZ: Y el Manolo que hace? (Ah, si ya encima se conocen, yo me caigo aquí muerto)
SEÑORA 1: Pues ahí se ha quedado.
SEÑORA 2: Yo al mío lo he dejado en lo del banco.
Pasó el 11, el 12, el 11 otra vez, el 24 y el 14. Ese autobús DEL DEMONIO no aparecía por la parada, tras 20 angustiosos minutos escuchando hablar sobre ''la Charo'', que por lo que despotricaban de ella, no sabía si era charcutera, otra abuela con peluca, trapecista o bombera, me decidí a ir a otra parada porque eso no había manera de que pasara. A lo que me doy la vuelta y viene el 13. Le pago, UN EURO CON TREINTA CÉNTIMOS, SINÓNIMO DE ROBO, pero eso es otro tema por el que matar a ''Trusán''. Me siento en el asiento de atrás, los que vienen juntos, porque la penúltima fila es un muro infranqueable para una señora mayor. Eso, los niños que van en sillones para embarazadas y los asientos que van mirando para atrás. Una vez se me ocurrió sentarme en uno que miraba para delante y ya había una (no las ves venir) diciéndome que si le cambiaba el sitio, que se mareaba.
Ah, y cuando el autobús va lleno, no te puedes sentar. Le tienes que dejar el asiento a la señora que más se queje. Es un mandamiento de abuela, el cual nadie sabe si no tiene 65 años y un carnet que al pasar por el cancelador, hace un ruidito diferente al tuyo. Yo de pequeño quería un carnet como esos. ¡Quería mi ruidito!



No hay comentarios:

Publicar un comentario